Le encantaba esa
película. Sus personajes eran ratones antropomórficos, donde vivían una
aventura que bien puede sucederle a cualquiera. Su protagonista era un ratón
joven y parlanchín, por lo que era decidido y atento a cada detalle que le
permitiera seguir avanzando en la trama. Era una gran película, y la emoción lo
inundaba para darle esa llave mágica que permite entrar y salir de una obra de
ficción al son del antojo. Colorida, optimista e incluso sabia. Dicha película
contaba verdades, por eso le chocaba que no encajara tanto con la realidad.
En los días que vivía dominado
por la película, intentó aplicar o encontrar sucesos similares. En la historia,
el ratón tenía unos amigos imaginativos que se apuntaban a cualquier emoción
planteada. Cuando intentaba hacer lo propio con su grupo de amigos, estos
respondían con bromas ofensivas, y sin levantarse del asiento defendían su
derecho a seguir jugando a videojuegos. Entonces se dejaba llevar por ellos
para tener un fin de semana de tantos.
La familia del ratón heroico era
tan astuta como él ─de alguien tenía que haber aprendido─, y cada vez que
cometía un error, su padre se acercaba y le ponía la pata en el equivalente al
hombro para decirle que no desesperara, que siguiera intentándolo. Tras la
cuarta vez el ratón lo lograba, y la sonrisa de sus padres significaba un
premio incluso para el espectador. Por su parte tenía cuidado de no cometer
errores con su familia, puesto que una vez se le cayó un vaso de agua (justo
como sucedía en una escena de la película) y su padre sólo añadió un “Mira que
estás idiota. Colgado.”, apartándose para esquivar el charco, con la impresión
que más bien se apartaba de su hijo.
Por sucesos así decidía pasar la
tarde encerrado en su cuarto, escuchando discutir a las paredes con la voz de
sus padres por nimiedades que no parecían existir en el mundo de la película.
En ésta los padres también discutían, pero enseguida comprendían o un tercer
personaje se entrometía para hacerles razonar. Todo terminaba con un beso. Hacía
tiempo que no veía a sus padres besarse. De inmiscuirse él para arreglar un
problema paternal acabaría peor a como se sentía. Las iniciativas no lo son
todo.
Una de las escenas que más le
gustaban era cuando uno de los personajes secundarios se siente abrumado por
una dimensión que representa los miedos, en ese caso por lo abrumador que
resulta el vacío. El protagonista es el único que no tiene miedos y entra para
salvarlo. El amigo está encogido, abrazado a sus rodillas al verse rodeado de
negrura absoluta y de una formas coloreadas con ojos, destacando uno entre violáceo
y verdoso que lo mira de un modo tan fijo que mata. El personaje principal
agarra el ojo y lo saca de su cuenca, descubriéndose que es plano, casi de
cartón. Ríe y lo lanza, girando como un disco de juguete. El otro personaje
observa y deja de tener miedo, colaborando en romper el atrezo del mal. Se
marchan de allí hombro con hombro, riendo con tal fuerza que hasta el vacío
retumba. Justo antes de salir del lugar, el protagonista gira un momento para
observar la nada, detalle que ha especulado decenas de teorías por los foros de
Internet. Él tenía la suya propia que no había compartido con nadie.
La ratona de la película era casi
un gemelo del personaje principal, lo que indica que es su alma gemela desde la
primera escena. Te pasas toda la película deseando que acaben juntos, jugando
sucio los guionistas por las tretas que los separan y unen con tanta facilidad y
en sólo dos horas. Una vez se sabe que sí acaban juntos, se agradece para
centrarse en otros aspectos en los siguientes visionados. Él soñaba despierto
con conocer una chica así, pero con las que lo había intentado solían ser
frías, y si se mostraban alegres no lo escuchaban, sólo importaban ellas y su
mundo. De ese modo había conseguido conocer otros grupos de amigos, pero le
sucedía de llevarse bien con alguien que cae mal, lo que suponía una
marginación automática. Hacía poco se había enterado en esos mismos grupos que
lo consideraban homosexual, y fastidiaba descubrir que lo que dice el mundo que
no les importa que haya gais sea mentira. A veces se planteaba si de verdad lo
era, que por eso no tenía éxito con las chicas. Entonces recordaba la película
y analizaba que no parecía un mundo con homosexualidad. O al menos uno donde de
verdad no importaba.
Encerrado en su
habitación, quiso olvidar la reciente noche. Había bebido demasiado, y eso le
causó problemas con los demás, terminando en una pelea con una persona que le
había cogido manía sin motivo. Ahora ya tenía motivos.
El corazón se le contrajo.
En la película había una escena
de borrachera, pero era divertida. Incluso sucedía una pelea, pero terminaban
riendo y tan amigos. Era como si fingieran, como buenos actores…
Comenzó a llorar. Aguantó el
gemido para que nadie le escuchase. Aun así estaba convencido que a nadie le
importaría, siquiera preguntarían alguna vez porqué lloraba esa noche. En la
película… en la dichosa película el protagonista tiene una escena similar, y
todo el mundo se vuelca en escucharle y apoyarle, en sacarle una sonrisa aunque
no sea sincera.
Él no tenía ni eso. No había
nadie conspirando contra él, lo reconocía, pero tampoco había nadie que
quisiese ayudarlo. Nadie le estaba enseñando cómo se puede sobrevivir a la
dureza de la vida, y cuando creía que sí con la película, que abraza y alaba lo
hermoso de la existencia, descubría que también se mentía a sí misma.
Ahora que lo pensaba, es
imposible que alguien no sienta miedo.
Entonces fue que muchos puntos
comenzaron a tener sentido. La habitación, sus padres, su vida con los amigos…
nada es lo que parece. ¿Por qué nadie le decía la verdad? ¿Por qué todo el
mundo se refugia en más mentiras como películas, videojuegos o incluso puntos
en común y costumbre con otras personas? Es como si se intentara recuperar la
emoción que hubo al principio, la falsedad de la novedad que regresamos a
buscar una y otra vez.
Una y otra vez.
De repente tuvo sentido el río
que nace y marcha sin opción hacia el mar.
El vacío.
Tuvo sentido las cuerdas del
almacén.
El baño.
El cajón de la cocina.
Lo tuvo los productos de
limpieza.
Los medicamentos.
Las bolsas de plástico.
Las azoteas de los edificios.
Nada de eso aparecía en la
película. Se olvidaba de esencias importantes en todo humano. Quizá no era tan
buena película.