sábado, 29 de agosto de 2015

Todo Llega: Mi Primera Novela






Que no te digan lo contrario: todo llega. El secreto está en permanecer ahí. La rutina es fuerte, y lo suyo es domarla para que esté a tu servicio.

Así he hecho para poder realizar el que es, por fin, mi primer proyecto ambicioso. Llevo escribiendo desde hace mucho, y hasta que no he escrito más de mil páginas entre relatos, artículos, ideas, guiones y proyectos incompletos no he podido llegar hasta aquí. Y es que no hay otro secreto, esto funciona si uno escribe sin parar.
Tras una primera versión desechada y una novela corta para el NanoWriMo (reto que consiste en escribir una novela de 50.000 palabras en menos de un mes) llega oficialmente mi primer libro: Un Día Perfecto para Elis.

Aquí os dejo el enlace a Amazon donde se puede adquirir en digital:


Tiene una opción para poder leer un extracto, y su precio es de tres euros. Deseaba ponerlo a menos, pero he decidido participar en un concurso de Amazon y exigían ese mínimo.

La novela es lo que ahora se ha ido a llamar “Genre-Busting”, una mezcla de géneros para todos los gustos. En lo principal es un thriller policial contra lo sobrenatural, pero a lo largo de la historia comprobamos una mezcla de acción, terror, superhéroes e incluso filosofía, todo enfocado en un ambiente oscuro, sin dejar que la esperanza y la luz mueran gracias a su protagonista, atormentada por ese día a día del que ninguno de nosotros puede escapar.

Ver realizado este proyecto que me ha llevado su tiempo es más que satisfactorio. Por eso os doy las gracias a todos, sobre todo por esas frases de ánimo y esa confianza plena. He crecido un poco más, y espero que siga siendo así.

Un saludo.



lunes, 24 de agosto de 2015

El Humor ya no es lo que Era




─Tronco, tengo aquí unos chistes sobre mujeres que…
─¿Qué dices loco? ─dijo casi atragantándose─. No puedes hacer eso, nos buscarías un lío…
─¿Ah, sí? No sé, son bromas, a mi mujer y a mi hija no les importó…
─No puedes, te llamarían de cerdo para arriba. Tendrás que buscar otra cosa ─dijo y miró a los lados como si de verdad la buscara─. Sin embargo, prueba a hacer chistes de hombres, que funcionan para ambos sexos.
─¿Pero…? ─sus ojos se pusieron un poco bizcos─. En fin, déjalo, tengo otros en la reserva. Tengo que mantener mi fama de precavido.
─Eso está bien.
─¿Qué te parecería atacar con chistes sobre perros…?
─¡No! ─gritó y se puso las manos en la cabeza─. ¡Eso es peor! ¡Estás ido! ¡Ido te digo!
─Estás quedándote conmigo, ¿no?
─No, para nada ─exclamó con más calma─. Meterse con un animal supone tener asociaciones y asociaciones de asociaciones encima exigiendo derechos.
─Si mi gato vive mejor que yo, y los chistes de perro le encantan ─dijo y sonrió, pero no consiguió la empatía esperada─. Vale, vale, ¿cambio la palabra perro por otro animal…?
─Que te digo que no, que nos buscas la ruina.
─Algún animal habrá que…
─Los insectos. Con esos haz lo que quieras. A nadie le gustan los insectos.
─¿Ni los que los estudian?
─Ni a esos. Haz las gracias que quieras con bichos.
─Bien ─alargó─. Sí ─insistió─. Pues menos mal que soy el más cauto de la ciudad y tengo aquí unos chistes nuevos sobre el gobierno que ya verás…
─¡Desequilibrado! ¡Peligroso! ¡Sin seso!
─Ya estamos.
─¿Pero no te has enterado de la nueva ley? Si te pasas de la raya te cae una multa que te va a quitar las ganas de reír por el resto de tu vida. Eso si no acabas en la cárcel.
─¿Por decir tonterías uno puede acabar en la cárcel?
─Sí.
─¿Desde cuándo las risas tienen precio…?
─Desde siempre, por eso cobramos entrada. Es así, lo tendrás que aceptar.
─Me cago en… ─se contuvo. Recordó que el médico le recomendó no enfadarse─. ¿Hay algún político que caiga tan mal que hasta su propia ley le tenga ganas?
─No sé ─dijo y quedó pensando. Reaccionó de sopetón─. De nazis. Todo el mundo los odia.
─Pero eso está muy manido, por favor.
─Es lo que hay, tío.
─Vale, vale. Pues a ver qué hago ahora con mi repertorio…
─Tú sabrás, pero lo necesitamos cuanto antes.
─Haré un apaño y fusionaré un chiste por allí y otro por acá.
─Que sí, confío en ti, que ahora tengo prisa.

Llegó la noche de la gala y el humorista salió al escenario:

─¡Buenas noches! Querido público, ¿saben ustedes el de la cucaracha nazi que se dejaba la tapa del váter abierta?

Al día siguiente en un artículo del periódico se comentaba que el gran humorista de la ciudad había perdido fuelle con su nuevo espectáculo, que ya no era el mismo, que antes arriesgaba más y que ahora era alguien sobrevalorado…

En la actualidad es más feliz siendo un payaso de calle, allí donde sus chistes son libres y auténticos como las risas que provoca.

lunes, 10 de agosto de 2015

Sobre el Bien y el Mal


¿Qué se define por hacer bien y hacer el mal? ¿De dónde surge el “placer” de hacer el mal? En verdad no es placer, es resentimiento, egoísmo o quizás una terrible inmadurez.


El problema es cuando sí hay placer en el mal acto.

A partir del momento en que la religión se mezcló con la política se definió para siempre el concepto del bien y el mal. La figura de Dios se expandió y, aunque no diese el ejemplo con esos arrebatos y diluvios, se comenzó a precisar definitivamente el porqué robar, golpear o asesinar estaba mal.

Y con ello llegó el condicionamiento.

Una de las preguntas que surgen es, si uno nace ajeno a toda esta moral creada, ¿qué sucede? ¿Agredirá a otra persona sin inmutarse con tal de comer? Bien le parecerá normal coger lo que vea aquí o allá o procreará sobre la mesa de una cafetería. Su moral no entiende ni de bien ni mal, sólo sabe de una cosa, la más primordial de todas:

Existir y reproducirse.

Sin embargo, con tal de llevar a cabo ese designio de los genes llegará a un acuerdo con la sociedad, más porque es mayoría y pueden acabar con su seguridad con facilidad. Una vez pactado, se adaptará a ser uno más y se ganará el pan como nos han dicho que se hace. Tendrá que saber y poner en práctica qué está bien y qué mal, lo que le llevará su tiempo. Alguna vez hará daño con sus acciones, pero se le podrá perdonar porque forma parte del grupo, lo que antes, cuando era un ser con exceso de instinto, no le era permitido ni perdonado.

Tras esta teoría quiero centrarme en el mal: el verdadero mal. ¿Qué es? ¿El placer de hacer daño y robar sin motivo? ¿El dejarse llevar aunque se cause la destrucción incluso propia? Hasta el Lucifer de los libros tiene sus motivos, interpretándose según el autor que sus actos surgen de la envidia, por enamorarse de Eva, o por parecerle injusto el sistema de Dios. El primer caído tenía sus motivos para hacer el mal, pero incluso algunos defienden que fue un punto de vista, por lo que puede ser relativo el bien y el mal en su ser. Fueron los milenios lo que terminaron de requemarle, poniendo incluso a prueba al hijo de Dios porque bien él también lo es, y como hermano mayor quiere dar una lección, sabiendo en el fondo que aún está atado a su padre y sus planes; para Lucifer nada ha cambiado nunca, y eso lo atormenta, le da una causa para ser el señor del mal. Su final más justo es provocar el mal adrede para que el bien pueda ser valorado como merece.

Aunque hay cosas peores que el demonio, y en parte porque son reales. Los psicópatas y sociópatas que llegan al extremo de matar podrían ser un ejemplo, pero en la mayoría de casos hay causas relacionadas con una enfermedad mental o una neurosis acumulada demasiado tiempo. Hay muchas buenas personas que matan de repente debido a que no podían más y la válvula de escape tuvo que ser la violencia. Pero, ¿y cuando alguien mata de forma gratuita? Los animales matan por sobrevivir, es su ciclo, y eso los convierte en los seres más inocentes de todos. Los humanos tienen un instinto similar, solo que han aprendido a domarlo. ¿Qué sucede entonces con quien mata y destruye porque sí y a conciencia? ¿De verdad pueden existir esas ideas? ¿Qué obtiene…?

Nada. Y es esa sensación lo que hace a uno pensar que el mal existe, mucho más que el bien.

Mirando la televisión uno descubre enseguida que lo que vende es el mal. El bien son sonrisas escuetas, pero el mal perdura en conversaciones más allá de los medios. Parece como si el humano, sobre todo antes de que existiese el concepto actual de moralidad, hubiese intentado huir de esa naturaleza. Siempre ha sido consciente de sus errores, y durante siglos ha ido confeccionando una clase de leyes de perfeccionamiento para negar la realidad que lo atormenta. Cuando se pasa de la raya lo niega, un sistema de defensa, y aunque lo acabe aceptando obligará al olvido a actuar. Crear un sistema moral no ha permitido ni logrado nada, y la esperanza de enseñar a las nuevas generaciones no sirve porque todos acabamos actuando por naturaleza incluso aquellos que obedecen las normas al máximo. Éstas no pueden tener el control, y eso que están hechas para ser cumplidas con facilidad… ¿no? Si es así, ¿por qué no podemos evitar desobedecer? Si sabemos que es por nuestro bien y por el de los demás, ¿por qué el sistema no es perfecto?

Las personas nunca hemos dejado de actuar igual desde el primer hombre. La diferencia ha sido las máscaras que hemos ido mudando para poder adaptarnos. Nada ha cambiado, y eso es abrumador si se piensa en frío.

Nunca ha habido bien o mal, sino un único concepto con nombre propio y que nadie quiere admitir. En el fondo sabemos que algo siempre ha estado ahí, y es lo único real que saco de todo esto.

lunes, 3 de agosto de 2015

El Guardián


 
Idilios tras una cortina de pureza.

Depende de cada uno decidir de qué está hecha la pureza.

¿Eres capaz de ver la cortina?


Habité un mundo que bien conoces. Sí, sabes que hablo de ese mundo donde puedes pasear de una punta a otra sin toparte con ningún obstáculo o peligro. Las piedras son de corcho, y por el grifo sale miel. Allí en ocasiones la luna, si eres lo suficiente paciente, sonríe y guiña un ojo. Tú ya sabes de qué mundo hablo.

Por el día de cada día me levantaba con el mismo pie y bostezaba con la misma boca. Un par de raspados al pelo, a los dientes y a luchar contra el día. Siempre ─pero siempre─ acabamos igual de agotados, y es entonces que llega la noche para hablar con voz suave y acariciar los ojos cansados de la luz. Tanto al día como a la noche se les enfrenta de cara, y hay que reconocer que es admirable, un sino lleno de mérito en cada uno de nosotros.

La zona donde habité estaba conectada por caminos de tierra. De uno de ellos provine, aunque apenas recuerdo que había allí. Sé que hay más rutas, pero no hace falta pisarlas; si uno está bien donde está, ¿para qué más? Aunque, bueno, influenciaba saber que conforme uno se aleja del corazón de esa tierra se va topando con los llamados guardianes. Sus miradas advierten de los peligros que hay más allá, y que está bajo nuestro juicio recorrerlo. Son bastante persuasivos sin decir nada, lo sé bien y seguro que vosotros también.
Una vez me alejé por curiosidad, o más bien llevado por una corazonada. No tardé en cruzarme con un guardián. Era serio, y no paraba de observarme. Había oído sobre esa gente que ha caído en el abismo y se preocupan de que nadie más lo haga. ¿Cómo hicieron ellos para escapar de la sima? En el fondo deben de ser justos, pero su actitud habla sobre lo que ocurre al llegar a los excesos. No quise analizar mucho más, así que di la vuelta y me alejé para continuar con mi vida. ¿En qué estaría pensando?

Continué con mi trabajo y la vuelta diaria a casa. Leer el periódico y probar cada día un plato nuevo sacado de la televisión-microondas. ¿Qué podía salir mal? Era imposible...

Pero un día apareció él, y lo estropeó todo. Así lo pensé.

Era insistente, y andaba sin descanso, lo juro. Sin prisas ponía a uno nervioso, y aunque se imitaran sus muecas era difícil comprenderlo. Aparecía de repente y se iba de la misma forma.
Al principio era difícil entenderle, pero con el tiempo se contagió de la calma del mundo. Balbuceaba y relinchaba, y no pude evitar reír sin querer ni ofender. Al final insistió tanto en sus apariciones que me habitué.
Ya que estaba, le mostré el mundo. Le enseñé la hierba de chocolate y a las ovejas que producen electricidad. Le hablé del principio sideral de las bombillas y de los molinos cuánticos; de la gente que anda al revés y de las doce maravillas del mundo… pero no se asombraba, parecía en cada vez más preocupado, alejado de y en asuntos que no quiso compartir.

¿De qué iba? Me sacaba de quicio.

Un día, junto a un sauce urbano, lo abordé con cierta violencia inofensiva. Enseguida lo captó, y de lo que me habló fue inesperado:

“Te lo estoy intentando decir a cada momento”.

Y era cierto, había estado hablando a menudo, pero por rutinas y perezas no le había escuchado del todo. A mi mente venían fragmentos de sus frases, y era imposible armar algo coherente. Decidí entonces darle una única oportunidad y escucharle:

Fue más que suficiente.

Me habló de un mundo donde los grifos expulsan agua. Lo asimilé y me pareció entre lógico y extraño. Me dijo que allí las rocas no eran de corcho ni tenían restos de pintura, sino que estaban hechas de un material que las definía en sí, como tal. ¿Comprendéis? Es difícil de explicar, ¿piedras que están hechas de…? ¿Piedra? ¿La roca es roca? Comenzó a dolerme la cabeza, y sin embargo no le negué en ningún momento.
Conforme su discurso avanzaba fui recordando el lugar donde vivía de niño. Era hermoso, mucho más pequeño que la zona que habitaba entonces. De allí sí que recuerdo que de los grifos manaba agua, y que beberla me sentaba bien aunque no tuviese sabor. Recuerdo que tropezaba con muchas piedras porque eran tan duras como impertinentes. Era una vida diferente, bastante limitada. Por eso me mudé a ese lugar más espacioso donde el sol alumbra hasta cansarse. ¿Cuál era entonces el problema?

Y sin embargo lo había.

Terminé de escuchar su discurso. Era disparatado por fuera, pero no se podía negar ninguna de sus palabras. ¿Por qué? Recuerdo tan bien ese momento, a ese aire con olor a naranja… ¿de dónde provenía? No había naranjos por ese lugar, de hecho hacía tiempo que no veía uno…
Me llamó la atención con el dedo y me habló de lo que no se debe: de los guardianes. Ah, no, por ahí no pensaba pasar. ¿De qué iba? Pero de nuevo su verborrea me hipnotizó. ¿Cómo puede sonar alguien tan coherente? ¿Cómo conceptos nuevos pueden resultar tan familiares? Mi infancia regresó, y el niño que todos tenemos confirmó con gestos de cabeza mientras yo le gritaba en silencio que no le diese la razón… al rato ya estaba imitando sus pasos. No creo haberme maldecido tanto en ningún otro momento de mi vida.

Me dejé llevar sin saber cómo, maldita sea, y cuando me quise dar cuenta acabamos en la parte donde me crucé con aquel guardián: y allí estaba, como si siguiese siendo el mismo día. Tuve una tentativa, pero él y mi niño me lo impidieron. No sé cómo me dejé convencer de nuevo y avanzamos ignorando al guardián.
Era nuestra perdición, y de querer saltar hacia nosotros aquel ser tan severo le echaría la culpa a él y sólo a él. Seguro que lo entendía y lo atacaría para salvarlo del abismo. Yo también he visto esa oscuridad en los días que no soñamos. Sé de qué pasta está hecha la parte oculta de una persona. Lo sé y por eso no cruzaba más allá del guardián… pero nos situamos más allá, quedamos alejados. El guardián se limitó a mirar como si en el fondo nos temiera.

¿Qué ocurría?

Regresamos y lo vi acercarse al guardián. Me pidió que me acercase, que no temiera pues era mi guardián. Sí, así, como lo escribo: mi guardián.
Ese día fue de descubrimientos, tantos que no me permití contarlos. Es cierto que cuando uno tiene un hallazgo surge una cadena que lo lleva a otros. El punto que lo inició todo aquel día produjo un cordel dorado casi interminable… de hecho descubrí que nada tiene final.

Nada.

Era mi guardián, y no me miraba de forma severa. Él me dijo que lo mirase durante un rato, y en esa mirada me descubrí a mí mismo. ¿Cómo era posible? Hay preguntas que es mejor no responder, así que opté por sustraer un hilo del tejido de la verdad, compuesta por el mismo material que la realidad. Y allí vi que cada uno somos el Universo a su manera, aspectos de una misma cosa, o caprichos si así se prefiere. En esa mirada vi mi vida entera, y seguro que a alguno de vosotros os ha pasado; porque aquellos ojos no hablaban ni de dureza o ira…

…sino de decepción.

Mi mueca se torció y le dije a él que nos fuéramos a casa, que necesitaba descansar, pero sobre todo pensar. Pensar mucho. Fue increíble que a pesar del agotamiento cumpliera con mi palabra y no durmiese. Medité y dudé, principalmente lo segundo.


He dejado atrás la miel y el corcho, a las comidas ilimitadas y a los árboles urbanos que nacen del cemento ligero. Mi guardián nos acompañó durante parte del trayecto. Su mirada fue cambiando, pero no supe identificar hacia qué. Ahora creo saberlo, pero es difícil de explicar.
Fue bastante considerado, y se alejó una vez se aseguró que estaría bien en este nuevo hogar. Sobre él, el tipo que apareció sin más, pues a veces nos cruzamos y charlamos. Nos hemos convertido en unos vecinos más de tantos.
Por las noches me gusta sentarme sobre una dura roca y ver esa luna tan blanca y pecosa, inmóvil como si estuviese muerta. Un cadáver espacial, qué descabellado. El viento no huele a nada, o acaso tiene el mismo sabor que el agua. A veces pocas cosas me saben a algo, pero no me importa. Las pocas veces que siento o descubro un nuevo sabor me deleitan a un grado único como para definir.

En fin, depende de cada uno decidir de qué está hecha la pureza. Sí, ya sé que tú también ves en todo momento la cortina pero… es que hacía tanto tiempo que no me sentía revitalizado que... cierto, perdona, sólo he hablado de mí. Dime, ¿qué tal te va por donde vives?

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