jueves, 3 de julio de 2014

Violencia y Sexo: Un Relato de Medianoche



*Advertencia: El siguiente texto es un experimento del señor autor. Después de leer “La Chica de al Lado” de Jack Ketchum, se animó a escribir sobre un relato que se dejara llevar sin pudor. Cuanta más edad tengas, mejor para leerlo.
El autor no cree volver a escribir sobre estos temas. Pero nunca se sabe; nada se sabe, y menos los pensamientos en los ojos de un asesino*




Violencia y Sexo: Un Relato de Medianoche


Alguien pasea por un vecindario y escucha un piano. Se a escuchar.

Dos amigas íntimas. Ella, la pelirroja, enseña a su amiga morena a tocar el piano. Es delicada conforme posa sus manos sobre las de su amiga novata. Era una noche para las dos, para olvidar los problemas. Han cenado y ayudan al estómago con un copa. Aprovecha para rozarla, mirarle el pecho y posar con poco disimulo su mano sobre el vientre. A su amiga no parece importarle hasta que dice de ir a ver la tele, donde seguro echan alguna de terror.

En el sofá se tumban y la pelirroja no disimula su excitación. Poco a poco la acaricia. Miran la película donde se abre una puerta con lentitud, sin emitir sonido. Se cuenta la leyenda de quien entra, una chica que murió ahogada en el lago por una imprudencia propia de jóvenes en busca de diversión. Se dice que el alma volvió y mató a cada uno de una forma relacionada con ahogamiento. La leyenda urbana concluye que donde haya un incidente de asfixia, ella volverá para vengar de igual forma el nombre de la víctima.
Aburridas en un punto, hablan de cómo fue su primera vez. Fue con hombres, una de ellas siendo muy joven y de forma desagradable, medio violada en clase por el chico que le gustaba. Queda un ambiente. Ella la besa, con suavidad hasta la lengua. Con rudeza dulce. Se oyen gritos de mujer en la tele, pronto se sumarán más dentro y fuera. Se quita los pantalones.
Se pone encima y los pechos se aplastan, las bragas se rozan bajo falda y en el contorno de las nalgas. Cierran los ojos y se dejan llevar por los deseos. Vuelve a besar con pasión y nota algo extraño en la carne de la cara de su amiga. Lame y siente como si fuera... abre los ojos y descubre el pene, un miembro viril entre las dos caras. Alza la vista y mira con horror al hombre que se agarra lo erecto con fuerza. Acto seguido vienen los golpes.
La fuerzan a una felación hasta ahogar. El intruso sigue dándole bofetadas, disfruta notando la carne apresada en la mejilla, estimulada por la violencia exterior y los dientes aflojando por cada apretón en el cuello. Su amiga está apresada por su cuerpo y no puede hacer nada, ni puños ni gritos sirven; nada. El hombre cansado y dolorido aparta y golpea la nariz de ella con la palma. Del impulso ella acaba con su zona baja de la espalda contra el respaldo al otro lado, muy dolorida, retorciéndose.
El repentino agarra y arrastra a la morena del pelo hasta las cortinas al otro extremo del comedor. Descuelga las cortinas sin cuidado y ata los brazos de su víctima con la fina cuerda. Comienza a abusar mientras la fuerza del cuello para que sea una estatua húmeda. Se ha descuidado y la pelirroja contraataca, pero con dos empujones la lleva de nuevo hacia el sofá. A su merced aparta la tela de sus bragas y comienza a penetrarla como justa venganza. Le da un puñetazo en la zona del riñón. Parece calmarla. Eleva y chupa su pie. Muerde a doler el pulgar. Es lo que hace con sus víctimas, arrancarle los pulgares para que no puedan huir. Se cansa enseguida de mordisquear por el dolor de oídos producido por los gritos y opta por una vía más rápida de propinar dos puñetazos seguidos al otro riñón. Eso la deja K.O. Se cansa de follarla.
Siguiente paso.
Vuelve con la morena y la coge del ano y vagina con el pulgar y el medio. La arrastra y comienzan a subir las escaleras. La cabeza de la chica golpea en cada escalón para provocar un ritmo profundo. Escucha lamento y vomitar por la zona del sofá.
La pelirroja se recupera. Ignora el mal olor y se arma de valor. La puerta de la casa está cerrada, el teléfono cortado. Está viviendo el tópico de la tele, donde una chica armada con un cuchillo busca al asesino. Inspirada, ella busca por la cocina.
Conforme sube escucha el agua del baño, se está llenando la bañera. Escucha por otro lado gritos de la habitación, desgarradores y dolorosos. Corre mientra le martillea cada grito y emborrona al mundo ahogándolo en lágrimas. Abre y horrorizada observa la escena de su amiga empalada por el coño por uno de los salientes tallados del pie de cama. El hombre de pie sobre la cama la intenta obligar a una felación para que se calle.
El intruso ve a la homónima armada y salta en su dirección para enfrentarla. Todo sucede demasiado rápido. El hombre le propina un patada en la cadera y un puño en el lado del cuello que la derrumba. Aleja el cuchillo de un puntapié donde acaba bajo la cama. La coge y la obliga entonces a ella a la felación. Le llega a la campanilla, pre-eyaculación la ahoga, tiene los ojos abiertos al extremo y su visión no se puede apartar de su amiga profanada que intenta escapar en vano, gritando a cada intento de sus piernas resbalando. Aparta la mirada al notar su boca llenándose, su nuca apretada con más fuerza por culpa de un instante preciso, por el aire olvidado... Todo se nubla. Todo es negro.

Despierta y está en el aseo. Su amiga está en el lavabo de mano, metida en imposible, seguramente dolorida por el grifo clavándose en su espalda. El desgraciado se está bañando y juega con su propio cuerpo y el gel. Parece muy feliz. Ella está al lado sentada en el váter. Puede ver la espalda del hombre. Piensa una forma de atacar, pero le duele mucho la garganta y los pulmones; hasta pensar le duele. Se intenta levantar pero no tiene fuerzas en las piernas. Se comunica con breves miradas con su amiga consciente. Ésta deja caer el brazo para mostrar con disimulo una cuchilla de afeitar en la mano. Alarga su brazo y ella consigue cogerla mientras el hombre ignorante no deja de tararear una canción conocida de Beyoncé. Ella tiene sólo un intento estúpido, pero con un mínimo de funcionar. Morir o todo. No tiene otra. Se convence. Se convence...
Se lanza al cuello y logra clavar la cuchilla. Sale sangre pero el corte no llega a producirse del todo. El hombre la agarra del pelo y con una voltereta la mete dentro de la bañera. Él fuerza; él domina, hace levantar olas con su poder. El agua vive, transformada en vano la energía de la sometida. Entonces juega con el gel sobre ella. Los muslos, hombros, espalda, cadera, pies, manos, cuello, pelo, ojos, pechos... cada zona es venerada y analizada en toda su forma como al mejor mármol. Sus pechos son perfectos para él, sobretodo al volverlos rojos por pellizcos precisos muy practicados.
Seguro que a ella en el fondo le gusta.
Sin avisar la voltea con fuerza para penetrar a cuatro patas, obligando con su mano a meterle la cabeza bajo el agua. El perturbado disfruta el sexo que aprieta por el esfuerzo y agonía. Se aparta y deduce que por el culo será mejor. La penetra analmente con ayuda del gel. No se equivoca.
Su amiga en el lavabo intenta moverse pero sólo consigue caer con fuerza al suelo y producir mucho dolor en los codos y rodillas. Poco a poco el chapoteo se va calmando. El hombre termina dentro cuando nota la presión final. Saca a la chica fuera y comienza a hacerle el boca a boca para reanimarla. Parece incluso preocupado. Se suceden los empujones al pecho, más aire en la boca, pero no logra nada. Se lleva con complicidad conocida a la morena, arrastrada del pelo por el suelo. Ya ni se queja, observando entre lágrimas silenciosas el cuerpo de su amiga.

Vuelve la conciencia y ella, guerrera roja, se nota diferente, más preparada. Ve el mundo de otra forma. Busca por la casa por algo específico, mientras los gritos sordos de su amiga que se escuchan desde la habitación le terminan de dar las fuerzas. Son intermitentes, a la espera de que la salven del dragón.
Se abre la puerta con lentitud, sin emitir sonido. Dentro del cuarto el asesino está encima de la chica violándola. No escucha lo que viene detrás. Es sorprendido por algo alrededor de su cuello, muy fino. La chica pelirroja tiene las manos cubiertas de varios trapos. Buscó por un recambio de cuerda de piano y ha enrollado el cuello del agresor. Aprieta a matar, coloca su cabeza contra la espalda de él como forma de apoyo. El hombre retuerce su espalda hacia atrás por el peso que se deja caer; por el peso muerto que no lo terminó de estar. La morena forzada de piernas se aparta y observa. Se nota excitada, le gusta ver al hombre ahogarse y con la espalda torcida, con los brazos intentando agarrarse al aire y la mueca de auxilio y pánico hacia sus ojos. Se acerca al pene erecto y realiza una felación con furor, como nunca hubiera o sería capaz de realizar. Justo cuando el tipo se debilita, eyacula y ella traga un poco, deja que el resto salpique su cara y sus pechos.
El muerto cae de lado fuera de la cama con un golpe seco y descubre a su amiga, su salvadora y amor. Se acerca y la ayuda a restregar el semen por el resto del cuerpo. Se acarician mucho más. Poco a poco se abrazan y comienzan a hacerlo. Se frotan en el eterno de la noche por haber ahogado al tiempo. Se frotan y dejan que todo sea húmedo y caliente, un paréntesis en la memoria que no se olvidará. Se frotan... al terminar con la pasión en un grito de placer, se vuelve al sofá donde las dos se hallan como al principio. Han terminado de tener sexo.
La pelirroja se hace a un lado y abraza a su amiga. Parece que le ha gustado. Las letras en la televisión están surgiendo como una cascada inversa. No se dicen nada, pero se besan y acarician con cariño. Empieza otra película y se quedan mirándola. Ella no lo puede evitar y comienza a meterse el dedo. Su amiga la mira de reojo y se ríe por lo bajo. El dedo acelera, cada vez con más fuerza alcanzando nuevos límites. Desde la oscuridad de atrás surge una sombra que porta una soga. Mira la cara del hombre de enorme nariz al que no reconoce. Ella no le esconde su mueca de pronto orgasmo mientras la soga le rodea el cuello.

Su vagina apretó.


Su cuello encogió.

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